La Milpa y el Carbón en Cisteil
En la comisaria de Kantirix, municipio de Yaxcabá, Yucatán- que nosotros reconocemos como comunidad Maya de Cisteil- trabajamos y vivimos de la milpa.
Comunidad conformada por 29 familias de apellido Caamal. La mayoría de los habitantes somos jóvenes mayas que trabajamos la milpa.
La milpa nos ha dado la vida a los mayas; generación tras generación.


Cuando una familia decide hacer milpa, lo hace aprovechando todos los recursos de nuestra madre tierra, tal como nos enseñaron nuestros abuelos.
Primero, vamos a buscar el lugar en donde sembraremos , tenemos que saber qué queremos cosechar para saber la cantidad y tipo de tierra que se va a usar.
Después, llevamos el Sakab (bebida hecha de maíz) para poder pedir permiso a los Yuumtsilo’ob (señoríos) de cortar los árboles. Pedimos que todas las personas que trabajarán la milpa no sufran de ningún accidente.
Ya con el permiso de los Yuumtsiles cortamos los árboles en donde sembraremos vida. De los árboles que se cortan, se aprovecha la madera para producir carbón.

Las mejores maderas para crear carbón vienen del Tikíinche’, el Beelsíinikché, el Tsalam y otras más.
Desde pequeños acompañamos a nuestros padres a la milpa y en el caminar nos enseñan a identificar los árboles, tipos de suelos y los animales que viven en cada rincón del territorio. Observamos, sentimos, platicamos con todo lo que vemos, por eso aprendemos los nombres de todo lo que nos rodea.
Tras seleccionar las maderas y cortarlas, juntamos los troncos de manera vertical para luego enterrarlos bajo una pila de tierra. Dejamos pequeños agujeros en la base del montículo para permitir que entre el aire y que el humo pueda salir.


Por tres días se deja quemar la madera, se tiene que cuidar el fuego no escape y perfore la capa de tierra por el calor, y para que la madera se haga carbón y no ceniza.
Es un trabajo que demanda cuidado casi las 24 horas del día, pero cuando aprendemos el proceso, el trabajo se vuelve menos laborioso.
Al tercer día, se desentierra el carbón, usamos agua para apagar las maderas que aún están prendidas.

Este trabajo es un proceso lento, costoso y doloroso ya que el carbón se vende muy barato; dependiendo del tipo de madera será el peso del carbón y la calidad de este.
El mejor carbón se venderá a 50 pesos por 20 kg aproximadamente, mientras que las empresas lo venderán a 60 pesos por 3kg aproximadamente.
Aunque el proceso es lento y la venta injusta, para nosotros los mayas producir carbón es disfrutar con nuestras familias de un asado de carne de venado en el fogón conformado por las tres piedras angulares. Nuestro carbón mantiene el buen sabor de nuestra tierra.


Sin embargo, el carbón se ha convertido en una materia codiciada por las grandes empresas, y por personas que lo ven como un recurso monetario; queman los árboles para obtener carbón sin sembrar la milpa.
Para nosotros los mayas, producir el carbón es parte fundamental del ritual que hacemos para trabajar la milpa; los hacemos para fortalecer nuestra memoria y el sueño de nuestro Padin (mi abuelo que empezó a vivir en estas tierras de Jacinto Canek).
De la milpa también se obtiene dinero de los frutos de la siembra; calabaza, chile, frijoles blancos, pepita, entre otros.


La siembra de la milpa no es monocultivo como en muchas partes que son "desarrolladas” por sembrar soya transgénica o maíz con corazón de glifosato.
Los frutos naturales que obtenemos de nuestra tierra nos permiten saborear el atole- sin químicos de Monsanto-, el Iswaaj y el Chakbil Nal.
No hay mejor lujo que tener milpa maya porque es libertad, vida y autonomía.


Algunos – los que tenemos conciencia y corazón Maya- trabajamos la milpa y a la vez producimos carbón en armonía con nuestra madre tierra. No hay otra manera de hacerlo.
En esta comunidad la milpa nos da economía, educación, salud y alimentos; no el Estado. La milpa es resistencia, y nosotros los Mayas somos milpa.

Fotografía: Karen Castillo